¿Sabes qué son las dietas restrictivas para tratar el autismo?


Se trata de regímenes dietéticos que limitan o eliminan determinados grupos de alimentos para mejorar los síntomas relacionados con el autismo. Estas dietas se basan en la teoría de que algunos alimentos o componentes de la dieta pueden influir en el comportamiento, la salud intestinal o los síntomas del autismo.

Algunos ejemplos de dietas restrictivas son los siguientes:
- Dieta sin gluten y sin caseína (GFCF): Es una de las dietas más populares para tratar el autismo y se centra en eliminar el gluten y la caseína. Se basa en la hipótesis de que algunas personas con autismo tienen dificultades para digerir estas proteínas, produciendo subproductos que pueden afectar al comportamiento y a las funciones cerebrales.
- Dieta cetogénica: rica en grasas, moderada en proteínas y baja en carbohidratos, esta dieta se diseñó inicialmente para tratar la epilepsia. Se cree que esta dieta podría influir en el metabolismo cerebral y, en consecuencia, reducir algunos síntomas conductuales del autismo.
- Dieta sin colorantes, conservantes ni aditivos: Esta dieta elimina los aditivos artificiales que se encuentran en muchos alimentos procesados, ya que se sugiere que estos aditivos podrían influir en el comportamiento de las personas con autismo.

¿Por qué algunas personas utilizan estas terapias para tratar el autismo?

Algunos estudios indican que las personas con autismo son más propensas a sufrir problemas gastrointestinales como diarrea, estreñimiento o intolerancia alimentaria. Otros creen que las personas con autismo tienen un intestino más «permeable», lo que permite que sustancias no deseadas entren en el torrente sanguíneo y afecten al cerebro. Por último, la investigación ha explorado la posible relación entre el autismo y la inflamación crónica, así como el impacto del microbioma intestinal (bacterias intestinales) en los síntomas neurológicos y conductuales.

¿Qué dicen las pruebas?

Hasta ahora, las dietas más restrictivas para el autismo carecen de pruebas científicas concluyentes que respalden su eficacia en el tratamiento de los síntomas del autismo. Algunos estudios sugieren mejoras en ciertos síntomas, pero los resultados son inconsistentes y no todos los niños o adultos con autismo responden de la misma manera.

Además, si no se gestionan adecuadamente, muchas de estas dietas pueden provocar deficiencias nutricionales.

En cualquier caso, los cambios dietéticos deben realizarse bajo la supervisión de un profesional sanitario, como un nutricionista o un médico.